Se trata de una digna continuación del mito, ya un clásico de las historias de ciencia ficción, de las que a día de hoy y bajo mi punto de vista hay muy pocas que sorprendan y que lleguen al nivel de éste y otros muchos clásicos de los años 80.
Lo que tiene de novedoso es que en ésta ocasión la presencia de John Connor y su papel de líder mesiánico no és tan importante como la figura de un nuevo y misterioso personaje, Marcus Wright, cuya turbia y nada clara historia es precísamente el leiv-motiv de la película. También lo és el futuro que nos presentan, un tanto diferente de los pequeños retazos que nos mostraban en las anterióres entregas, en los que parece bastante más opresivo y aterrador.
Por lo demás sigue la misma senda que sus predecesoras: efectos especiales impresionantes, carreras, explosiones, tiros... Lo que menos me gustó fué el famosísimo Cosechador, ese robot gigantesco que se dedíca a recolectar seres humanos para los proyectos de investigación de Skynet, y cuya presencia en esta película resulta cuanto menos rara; parece sacado de Matrix, o Transformers. Y... ¿motos-terminator? Eso sí, la aparición de los T-600 fué algo de lo más sorprendente y un punto a favor de la película, ya que ese modelo sólo se menciona una vez en toda la historia de Terminator, en la primera película, y de eso hace ya más de 20 años.
De todas maneras y a pesar de los elementos, personajes y situaciones nuevas que puedan parecer no casar con el contínuum temporal de la trama, (explicables por los cambios introducidos en el pasado por los personajes protagonistas) y demás supuestas gambadas que puedan aparecer no sólo en ésta si no en anterióres secuelas (Alguna de ellas injustamente infravalorada) parece que asistimos por fin al cierre del círculo en esta historia y a la victoria final de la humanidad. Las próximas secuelas parecen aseguradas; esperemos que sean como mínimo igual de buenas que ésta cuarta parte.Saludos cordiales.
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